[vc_row][vc_column][vc_column_text]Por: Carolina Gutiérrez de Piñeres B[1]
Algunas investigaciones han demostrado que los empleados más comprometidos con el trabajo, los que tienen un mejor comportamiento ético, los que rotan menos y los que tienen mejor desempeño dentro de la organización, son aquellos que han generado un mayor apego a nivel cognitivo, emocional y físico. Esto parece estar mediado por los estilos de liderazgo en los que se refleja preocupación por el bienestar de los demás, y se expresa respeto y apoyo para que otros puedan desarrollar sus habilidades.
Recientemente ha habido un auge en las investigaciones que exploran el papel de los lideres inspiradores en el cambio organizacional. Un campo aún más específico intenta comprender como los líderes inspiran la toma de decisiones éticas. Una de las claves más importantes se ha encontrado en la palabra coherencia. Un líder puede crear un sinfín de campañas con eslogan que motivan al cambio, pero solo aquellos que logran una conexión entre lo que dicen y lo que hacen, son los que verdaderamente crean una visión que logra ser compartida por un mayor número de personas.
Un estilo de liderazgo inspirador, parte de una actuación coherente. Una actuación coherente hace que los demás encuentren los recursos necesarios en situaciones de incertidumbre, afronten mejor los factores que crean estrés, contribuye a generar sentimientos de seguridad ante la adversidad, y favorecen la capacidad de los otros para funcionar mejor en el mundo en que viven.
Se ha sugerido que las personas aprenden un comportamiento apropiado o cambian un comportamiento inapropiado cuando se ven influenciadas por la observación de modelos a seguir, es decir por modelos que son creíbles. A menudo vemos personas con una gran capacidad en su discurso para motivar a aquellos que lo escuchan, pero cuando un verdadero líder logra inspirar a otros, no a través de su discurso, sino por sus acciones, es porque el mismo ha trabajado en encontrar su propia inspiración. Genera confianza porque es auténtico, y quiere que los demás brillen tanto como él.
Se ha entendido que no es posible pensar lo social sin normas que regulen la actividad interpersonal, pero la efectividad de estas normas radica en la potencial capacidad de las personas para evadir la tentación alimentar su propio interés, para dar paso a un interés común. Por ello, un estilo de liderazgo inspirador coherente, involucra, además, un liderazgo ético, fuertemente relacionado con la influencia idealizada, que a la vez conduce a la generación de un poder personal, de confianza y consideración afectiva.
Churchland explica que aquello a lo que hemos denominado ética o moral hace parte de la estructura social que tiene sus raíces en los procesos cerebrales. El cuidado a los demás, el reconocimiento de los estados emocionales de aquellos con quienes interactuamos, la resolución de problemas en entornos sociales como la distribución de comida, y el aprendizaje de prácticas sociales son las dimensiones responsables de la formación de redes neuronales que configuran el cerebro moral.
Contrario a lo que propuso Dawkins en 1976 en su libro “el gen egoísta”, la evidencia en neurociencias actual, muestra que tenemos una mayor predisposición a conductas prosociales como la solidaridad, la cooperación y el altruismo, y que en términos generales nuestros cerebros tienen mecanismos para desarrollar aversión por el sufrimiento ajeno. Cuando se trata de resolver problemas éticos o morales difíciles, las mejores decisiones se toman cuando existe una adecuada interacción entre las regiones cerebrales asociadas con el razonamiento abstracto y el control cognitivo y aquellas relacionadas con la emoción.
Es así como los líderes que inspiran pueden promover el comportamiento ético, no solo implementado sistemas formales de códigos éticos y de procedimientos estandarizados y programas de capacitación en ética. También es necesario promover lazos de apegos relacionales, donde todos aquellos que hacen parte de una organización sienten que sus necesidades de seguridad y protección están cubiertas. El comportamiento modelado a través de la inspiración tiende a reproducirse y a extenderse a otros.
Estos cambios pueden ser lentos, pero solo pueden producirse en la práctica, a través de la promoción de valores personales, que activen una expectativa hacia el cambio, lo que conduce inevitablemente a que este tipo de comportamientos se quieran repetir. Abandone las conductas del pasado y enfóquese en crear nuevos comportamientos que faciliten la reflexión, el autoconocimiento, y el autocontrol. Inspire a otros y los cambios permanecerán en el tiempo.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text][1] Psicóloga y Neuropsicóloga Forense. Investigadora Asociada ante Colciencias.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]